jueves, 9 de abril de 2020

Día 27


Llevo días pensando en cuál será ese primer abrazo que dé cuando podamos estar a menos de dos metros de distancia.

¿Mi abuela?
¿Mis padres?
¿Mis amigos?

Cada día, al igual que muchos de nosotros, estoy deseando que lleguen las ocho de la tarde para salir a la ventana a aplaudir y a charlar con los vecinos.                            
A recordar que nos han parado la vida, pero seguimos vivos.

Hay un “buenas tardes” que se ha convertido en especial estos días. En muy especial. 
Tiene el pelo cano, ochenta y pico años y nombre de mujer.

A veces se me pone sonrisa de tonta por verla aplaudir. Siempre digo lo mismo: qué bonita es. 
La conversación no suele ser muy larga, tampoco tenemos mucho que contarnos.

-¿Qué tal estamos?
-Todo bien, ¿y vosotros?
-Bien doña Carmen, estamos bien. Poco a poco.
Un beso al aire y nos despedimos. Hasta el día siguiente.

Decidido, mi primer abrazo tiene el pelo cano, ochenta y pico años y nombre de mujer.

lunes, 15 de octubre de 2018

Nostalgia

Qué difícil admitir que la vida pasa. Que crecemos. 
Que cada uno toma su camino.
Mudanzas. Trabajos. Amigos que se van. Distancias. Reencuentros breves pero intensos.
Pero siempre quedarán los momentos. 
Las risas y los llantos.
Las fotos.
Las fiestas. 
Los recuerdos.
La nostalgia.

lunes, 22 de enero de 2018

Tu sonrisa

Dicen que la mayor de las valentías es saber hablar desde el corazón aún sabiendo que al hacerlo, te desnudas.
También dicen que es imposible hablar solo desde el corazón, que la cabeza intenta siempre ganar las batallas.
Pero, ¿sabes qué? Que hay situaciones que la razón no debe manejar.
Déjate llevar por lo que sientes, y nunca por lo que te digan los demás.
Que la verdadera fortaleza reside en saber estar por encima de ello. En creer en ti mismo, en tus ideales.
Que una persona que cambia, es ficticia. Y lo importante es ser real, así como tú eres.

Que no quiero que derrames lágrimas, porque no hay nada que me guste más que tu sonrisa. Esa que tanto me calma, que ilumina, hace hogar, y enamora.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Es real. Es amor.

Que me abraces sin pedirlo.
Que me sueñes sin querer.
Que me beses sin pensar.
Que me quieras sin dudar.
Despertarme y pensar en ti. Al igual que antes de dormir.
Cerrar los ojos y verte. Abrirlos y encontrarte.
Descubrir cada día nuevas sensaciones gracias a ti.
Quedarme callada solo por seguir escuchándote.
Que me toques y sentir ese cosquilleo por dentro que tanto me gusta.
Que me cojas de la mano y sentir una sensación imposible de describir, de no querer soltarte nunca.
Aunque no sea consciente, es real, lo sé. Poco a poco me doy cuenta.
Estás ahí, no eres un sueño.
Es real, es amor.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Simplemente vivamos

Que avance el tiempo y todo lo cure.
Que corra, que vuele.
Que nos arrepintamos de lo que hemos dejado de hacer por miedo a lo desconocido.
Que bailemos bajo la lluvia aunque acabemos empapados.
Que vivamos historias dignas de Óscar.
Que cantemos en la ducha desafinando pero disfrutando.

La vida es muy corta como para no disfrutarla, para preocuparse de cosas mínimas que lo único que hacen es cortarnos las alas.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Dos palabras

"Te quiero".
Dos palabras que me alegran el día, la noche; y la vida. Las dos palabras que me tientan a bajar a los infiernos por culpa de lo prohibido, pero que si es contigo merece la pena. Porque sí, ni el mismísimo Hades podría hacerme enfurecer cuando cuelgo de tu mano.
Y es que tan solo el roce de tu cuerpo basta para hacer arder Troya, y que corra en mí un fuego imposible de extinguir. Y es que tan solo un beso tuyo es necesario para creerme Helena y comenzar una guerra bajo tus sábanas.
Y es que al fin y al cabo, tan solo tú eres indispensable para poder prescindir un poco más de mí misma, y así como si nada, de una vez por todas, dejar que la razón pierda la batalla.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Tormentas

Hay momentos que aparentan calma, que se esconden entre las nubes, que no dejan ver con claridad el sol, y que sin duda avecinan tormenta. Tormentas de esas que te encierran en casa por miedo a las consecuencias. Que no piensas que puedan ser para abrazar bajo la lluvia, sino para esconderte tras la manta. Tormentas de un 30 de enero (frías, muy frías) y no de julio que son todo lo contrario. 
Son tormentas que hacen que el día lo veas un poquito más negro (que no gris) de lo oscuras que aparentan. Son tormentas que cubren el cielo de nubes cargadas de malas intenciones.
Pensamientos que ahogan. Pensamientos que desean salir, hacerse notar. Pensamientos que están ocultos, que nadie ve. Pensamientos que se aferran a lo más recóndito de tu mente y que no sabes cómo disipar.
Muy a lo lejos ves algún que otro rayo de luz, que no sabes si es real o no, pero que quieres perseguir. Y no se deja. Huye, como tú. No sabes si tienes más miedo tú de alcanzarlo, o él de dejarse atrapar.
Al final, tras desear llegar a esa luz tan tentadoramente apacible descubres un atajo. Un atajo que te lleva al ojo de la tormenta, al núcleo de la oscuridad. Y ves que estando ahí, deshacerla es muy sencillo. Solo tienes que gritar fuerte que se vaya, que no la quieres, que quieres que haya calma.
Y se va, de verdad que se va. Cuando visualizas fuertemente la calma, se va.
Y una vez se ha ido, te das cuenta de que las tormentas solo pueden ser para abrazar.