Llevo días pensando en cuál será ese primer abrazo
que dé cuando podamos estar a menos de dos metros de distancia.
¿Mi abuela?
¿Mis padres?
¿Mis amigos?
Cada día, al igual que muchos de nosotros, estoy
deseando que lleguen las ocho de la tarde para salir a la ventana a aplaudir y
a charlar con los vecinos.
A recordar que nos han parado la
vida, pero seguimos vivos.
Hay un “buenas tardes” que se ha convertido en
especial estos días. En muy especial.
Tiene el pelo cano, ochenta y pico años y
nombre de mujer.
A veces se me pone sonrisa de tonta por verla
aplaudir. Siempre digo lo mismo: qué bonita es.
La conversación no suele ser muy larga, tampoco
tenemos mucho que contarnos.
-¿Qué tal estamos?
-Todo bien, ¿y vosotros?
-Bien doña Carmen, estamos bien. Poco a poco.
Un beso al aire y nos despedimos. Hasta el día
siguiente.
Decidido, mi primer abrazo tiene el pelo cano,
ochenta y pico años y nombre de mujer.